Este programa, ejecutado en convenio entre Méderi y Fundalectura, abarca la adquisición, organización, conservación y suministro de materiales y servicios bibliotecarios que pueden, conforme a las necesidades de cada paciente, contribuir a la atención integral para su recuperación, dar seguridad y alivio a su pérdida de autonomía, contribuir al mejoramiento de su rendimiento cognitivo y funcional, evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.

La función principal de “Leer para sanar” radica en la posibilidad de facilitar libros de distintas temáticas a pacientes y visitantes para que su estadía en nuestros hospitales sea más confortable, amena y provechosa.

Inicialmente “Leer para sanar” va dirigido a los pacientes que se encuentran en los pisos de hospitalización de los hospitales Méderi. En cada sede se ha estructurado un espacio para el almacenamiento del material y se capacitó a tres promotores (dos para el Hospital Universitario Mayor y uno para el Hospital Universitario de Barrios Unidos) quienes se desplazarán por los pisos ofreciendo a pacientes y familiares la posibilidad de un acompañamiento a través de un libro.

19 marzo 2013

Sonrisas y poesías en el hospital



Promotor de lectura: Andrés Monroy

"Se puede hablar de lectura antes de la escritura porque en su capacidad de leer la voz y el rostro el bebé pone en movimiento una actividad interpretativa que permanecerá como centro de la creación del sentido para la psiquis humana. Esto permite decir que de cierta manera el acto de la lectura está en el origen de la actividad del pensamiento".Evelio Cabrejo ParraTomado de www.leerenfamilia.com

El programa de madre canguro es uno de los espacios que visitamos en el Hospital Universitario Mayor con Leer para sanar, con el cual buscamos que las visitas de control médico tengan un elemento de exploración enriquecedora para los bebés y sus padres gracias al contacto con diversos materiales de lectura.

Las escenas en el pasillo de espera son muy diversas. Encontramos a tías que leen con sus sobrinos. abuelas que le muestran imágenes a sus nietos y a padres que se divierten con sus pequeños hijos. Este último caso lo observé el jueves cuando los papás de "Paula" (una niña de 11 meses) escogieron el libro de poesía "Por el mar de las Antillas anda un barco de papel" del escritor cubano Nicolás Guillén. 

La lectura la comenzó el papá de "Paula" y poco a poco se fue involucrando la mamá al ver que la niña escuchaba con atención a su padre. El libro se presta para jugar, cantar e interactuar y eso hizo que la participación entre los padres fuera tan atractiva para "Paula", que seguía las rítmicas palabras que sonorizaban sus papás. 

Portada del libro Nicolás Guillén


Cuando terminaron el libro de Guillén, todos los miembros de la familia quedaron antojados de seguir leyendo más poesía, así que les presté el libro "Trabalenguas" de David Chericián, otro escritor cubano. 

El clima festivo subió en intensidad a medida que cada uno de los padres leía cada trabalenguas, y al equivocarse estallaba en carcajadas, que eran seguidas por las risas de "Paula" que se sumaba a la celebración. Esta actividad era tan emocionante, que otros padres o visitantes del hospital observaban con interés lo que estaba ocurriendo alrededor de "Paula", que era el centro de la lectura de sus padres.

Cuando llamaron a "Paula" al consultorio, la familia se despidió con una sonrisa de satisfacción en sus rostros, y esta vez fui yo el que les agradeció la oportunidad de ser el observador de la unidad emocional que se genera alrededor del amor y del lenguaje.
Portada del libro "Trabalenguas" de David Chericián tomada de 


12 marzo 2013

Reflexiones

Por Andrés Monroy 

Promotor de lectura


En estos estos días me he tomado un tiempo para investigar y reflexionar más acerca del oficio de la biblioterapia. Han sido muchos los descubrimientos, entre los cuales esta la lectura de la antropóloga francesa Michéle Petit, quien estuvo recientemente en Bogotá como invitada de honor en el II Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, que se realizó en la biblioteca Luis Ángel Arango.

Uno de los temas que le interesan a la profesora Petit es el efecto que tiene la lectura literaria en la elaboración de la identidad de cada persona, y como lo ayuda a sobrellevar los momentos más difíciles de la vida.

En el hospital, vemos día a día como los pacientes y acompañantes se acercan a los libros del programa de Leer para Sanar con la idea de encontrar algo especial, ya sea una idea, un verso, un cuento, un chiste, una receta de cocina, una información para cuidar su cuerpo, y de esta forma empezar a recuperar algo de lo que hasta antes de la llegada del carro portalibros, no tenían, ya sea porque lo perdieron momentáneamente al ingresar al hospital o porque no tuvieron la oportunidad de apreciarlo en sus vidas.. 

Con esta reflexión no quiero generalizar, que todos las personas que disfrutan del programa, tengan un vacío que sólo la lectura puede llenar, pero si estoy seguro, que para muchos pacientes, de todas las edades y todos los niveles socioeconómicos, el servicio de prestamos de libros y las actividades de lectura en voz alta realizadas por los promotores de lectura, son un oasis de aliento en el difícil transito de estar separados de su cotidianidad.

Foto tomada de wallshark

05 marzo 2013

Cocinando en el hospital


Por: Andrés Monroy

Hospital Universitario Mayor


En el hospital tenemos la oportunidad de conocer a pacientes que tienen diferentes intereses lectores. Nos encontramos con pacientes que solo leen textos de historia, de salud o de humor. También hay pacientes que prefieren la poesía, las novelas, las leyendas o los cuentos.

Por otro lado hay pacientes que lo que más les gusta leer son los libros de recetas de cocina.
En el mes de enero realicé muchas lecturas en voz alta con “Cocina fácil” y “Cocina colombiana paso a paso” dos de los nuevos libros de la colección de Leer para sanar en el Hospital Universitario Mayor. Con las personas que más leía estos libros era con las pacientes, que al ver la oportunidad de aprender algo nuevo, prestaban mucha atención y anotaban las recetas que les gustaría preparar en cuanto regresaran a la casa.

Al finalizar la actividad de lectura les pude entregar “Recetario santafereño” uno de los últimos libros de la colección de Libro al viento, del cual nos dieron muchos ejemplares para el hospital. La felicidad que sentían estas pacientes (en muchos casos eran mayores de 66 años) al recibir un ejemplar para llevar y poder leer en su casa, era inmensa, ya que para algunas de ellas este era el primer libro que tenían, porque siempre que compraban uno, lo hacían para sus hijos o para sus nietos.

Después de tener esta bella experiencia con las pacientes me di cuenta de lo importante que es generar este tipo de encuentros de la lectura con los adultos mayores, ya que son una población que ha sido olvidada por los planes de lectura distrital y nacional, en donde todo el énfasis se ha puesto en la primera infancia. Sin embargo reflexiono en cómo van a leer las nuevas generaciones si en los hogares los padres y los abuelos no leen o no tienen libros.

Sin embargo, hay que decir que no solo las mujeres leen libros de cocina en el hospital, y para la muestra transcribo las palabras de don “William” paciente del quinto piso que me dijo cuando recogí el libro “Cocina colombiana paso a paso”:

- ¡Me fascina cocinar! Sólo me hizo falta los ingredientes para preparar un delicioso plato.

Por lo que puedo concluir: los libros de cocina son un género que ayudan al paciente a pensarse más allá del presente en el hospital y les dan una motivación adicional para recuperarse y ocupar creativamente su tiempo en el hogar.
Portada del libro Recetario santafereño