El Andante o biblioteca sobre cuatro ruedas
Por: Yomar Rodriguez
Promotora de lectura Programa Leer para Sanar
Stop.
¿La vida se detuvo o fue el automóvil?
Carlos
Drummond de Andrade
Según
la primera definición del diccionario de
la real academia, la palabra carro proviene (Del
lat. carrus, y este del galo carros): m. Carruaje de dos ruedas, con lanza o
varas para enganchar el tiro, y cuya armazón consiste en un bastidor con
listones o cuerdas para sostener la carga, y varales o tablas en los costados,
y a veces en los frentes, para sujetarla. Esta explicación nos remonta a
una imagen tan clara en nuestro imaginario, que quizás sobra corroborarla; sin
embargo cuando nos hablan de un carro que avanza por los pasillos de un hospital, imaginamos un armazón rodante que
cumple una determinada función médica. Del que hablo hoy, es un carro andariego y un espectador; circunda las
alas norte y sur de Méderi el Hospital que acoge al Programa Leer Para Sanar, distintos
pisos que se convierten en rutas amigas, donde con asombro se percibe un cambio
y una bienvenida. Nuestro vehículo es una pequeña biblioteca sus lanzas
principales son las hojas llenas de letras que conforman un deseo: ser leídas. Cada día nuestro carro de palabras es
arreglado y engallado con grandes títulos y autores que como Saramago, García
Márquez, Silva, Cortázar saludan entusiastas
y decididos desde su salida del nicho biblioteca, pasando un breve recorrido por el ascensor, hasta su llegada al
piso de trabajo, nuestro carro es una herramienta valiosa, nuestra rostro y
medio de llegada. Lo manejamos con la
licencia lectora y de servicio promotor nos permitimos abrirnos camino entre
enfermedades y patologías avanzamos con la gasolina diaria de creer, un valor agregados y sin sobrecostos monetarios, es liviana y gratis; avanzamos diariamente un
kilometraje que se mide con Gratitudometro,
y nos sentimos llegar lejos donde quizás pocos ven la cima, allí
llegamos con la voluntad del viajero y
el labrador que busca tras su paso no
solo observar árboles si no saborear sus frutos.
Es
cierto que nuestro carro tiene una definición simple a ojo del que no lo
conoce; pero solo verlo es leerlo, detallar con sorpresa el encuentro de la
literatura sobre cuatro ruedas en un ambiente hospitalario y con el profundo eco de una página que pasa en medio de la barahúnda
y el silencio de muchos sentimientos que se acogen allí.