Este programa, ejecutado en convenio entre Méderi y Fundalectura, abarca la adquisición, organización, conservación y suministro de materiales y servicios bibliotecarios que pueden, conforme a las necesidades de cada paciente, contribuir a la atención integral para su recuperación, dar seguridad y alivio a su pérdida de autonomía, contribuir al mejoramiento de su rendimiento cognitivo y funcional, evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.

La función principal de “Leer para sanar” radica en la posibilidad de facilitar libros de distintas temáticas a pacientes y visitantes para que su estadía en nuestros hospitales sea más confortable, amena y provechosa.

Inicialmente “Leer para sanar” va dirigido a los pacientes que se encuentran en los pisos de hospitalización de los hospitales Méderi. En cada sede se ha estructurado un espacio para el almacenamiento del material y se capacitó a tres promotores (dos para el Hospital Universitario Mayor y uno para el Hospital Universitario de Barrios Unidos) quienes se desplazarán por los pisos ofreciendo a pacientes y familiares la posibilidad de un acompañamiento a través de un libro.

02 enero 2017

Renacer la infancia

Renacer la infancia

Por: Erika Aguilar, Promotora de lectura Leer para sanar


“¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar!” (Charles Dickens)


Existe un hospital único, lleno de distintas emociones, de imágenes bellas y fuertes, curioso. El hospital de las curiosidades tiene nombre, se llama “Méderi”. A diario llegan muchas personas en busca de atención médica por diversas dolencias; tragedias propias, heridas torpes o por naturaleza cansada. Les contaré sobre el encuentro con una de esas vidas que nos visitan sin falta día y noche, sin respetar horarios ni fechas festivas.


Aunque vale la pena contar muchas de las historias dentro del hospital, muchas vividas a través de Leer para Sanar, está me sorprendió de manera tan grata que siento la inmensa necesidad de recordarla a través de estas palabras. Resulta que como si la época no fuera más familiar y el año no estuviera terminando e invitando a la fiesta, llega un paciente de esos a los que uno no le sube el ánimo, sino que te lo elevan a ti por su ser y condición. La historia empieza de una manera medio informal con un comentario de una de las bonitas enfermeras que trabajan allí –tengo un papá Noel en la 316, viene de lejos, su padre llegó aquí a causa de la segunda guerra mundial, se enamoró y no se volvió a ir-, dijo ella (parafraseándola), interesante pensé tendré que verlo. Finalizando la jornada laboral empecé la recolección de libros prestados como de costumbre, pero uno de ellos no aparecía, ni el paciente, se había ido, pensé que había perdido el libro, por azahares de la vida aquel personaje del que me habían hablado lo tenía así que la suerte me lo puso en frente, entonces quedo pendiente un préstamo al día siguiente, promesa que cumplí en  cuanto lo vi , pregunté su nombre por cuestiones formales y me confesó lo que a gritos se notaba “Yo soy Santa”, me reí y le pedí pruebas, enseño sus fotos ¡era cierto!
 Entonces se despertó en mí aún más la curiosidad, ¡Santa, Papá Noel,  era paciente en el hospital!, en el que yo trabajo y mi niña interna saltaba de felicidad al encontrar un personaje tan parecido al que te presentan en las películas americanas (que veía en mi infancia y aún de vez en cuando) y además sabía que se dedicaba a eso de ser el abuelo que sienta a los niños en sus piernas en navidad para escuchar sus peticiones, desde las meramente materiales hasta las más sensibles nacidas de los corazones más sencillos, me sentí complacida y pensé en la idea de escucharlo en algún momento para saber su historia, pero Santa (Jan Hayduk) no estaba de paseo.



 ¿Santa se enferma? ¿Y en noviembre? El asunto de los regalos ha de estar complejo y más con tanta lucha, en este país, en el mundo, quizá el peso del carbón le causó un daño, pensé. La noticia corrió por algunos espacios del hospital, reconozco algo de culpa en ello (enseñe las fotos) y se sorprendieron igual que yo, brillaron sus ojos, hable de lo increíble que era tener a Papá Noel en el hospital en plena víspera y lo gracioso que resultaba esa idea, me animaron a buscarlo para escribir algo sobre él y contar el bonito reencuentro con la niñez pero ya le habían dado de alta, estaba a punto de irse del hospital, así que decidí abordarlo y pedirle que me permitiera escribir sobre el día en que Santa se enfermó y el mes en que había sucedido, vísperas navideñas y recién terminado el día de las brujas (tema que no puede descartarse cuando se trata de disfraces tan terroríficos como los de la marcha en la séptima) él aceptó con mucho amor y también accedió a tomarse fotos con nosotras, las enfermeras y yo la promotora de lectura.  Bello día, lleno de abrazos, de recuerdos y de agradecimiento, porque hay que reconocer algo en toda esta historia y es la disposición de este personaje, no en muy buenas condiciones de salud dispuesto a hacer sonreír a quienes se supone eran quienes debieran sanar su cuerpo y quizá alma, él nos sano ese día, nos curó de un día complejo, nos unió.
Logró desconectarnos por un momento y luego, después de su partida las valientes enfermeras volvieron a su labor de cuidar de los enfermos esperando que para está navidad los regalos que lleguen por montones llenen sus corazones de alegría. Y por supuesto que mi labor siga sacando una que otra sonrisa del alma de los pacientes.



Remembranzas

Remembranzas


Por:  Yomar Rodríguez
Promotora lectura Leer para Sanar


Basta mirar: se cubre de verdad la mirada. Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas. De cada aliento sale la ardiente bocanada de tantos corazones unidos por parejas.
Miguel Hernández


Encontrar personas que nos recuerdan, dentro y fuera del hospital, hacer que la resonancia de la labor quede fijada en el paso de los días, eso es un logro y un compromiso. Como promotora, lectora y mujer siempre es maravilloso aprender de los gestos, de una mano que se brinda para pasarte una página o para alcanzarte una silla, una sonrisa ofrecida que da la oportunidad de avanzar.

Este mes fue un mes de lecturas en voz alta y de largo aliento por momentos en las habitaciones, recorrer la imaginación lectora y poner el tono adecuado para palabra agudizar la emoción y los sentidos en cada historia nos permite como contadores de historias, cuentos poesías, no solo llevar las riendas de ese caballito que es la atención, sino también entender la dimensión de cada acto al pronunciarlo, hago aquí hincapié en una paciente que conocí y con la cual leímos dos novelas, “Seda” y “El ojo de vidrio del abuelo”, ella con problemas de oído, necesitaba un máximo de mi capacidad para entender y seguir la historia, así pues me aventuré a jugar con otros recursos que no solo fueron mi voz, Blanca con 61 años es la paciente de quien les hablo y escribo aquí con su edad presentaba un problema de sordera muy avanzada debido a la sobreexposición de ruidos en la empresa donde laboró por 45 años y donde empezó su vida laboral siguiendo el signo de las mujeres de su casa, cuya vida estuvo marcada por un abandono prematuro de sus padres.

Para Blanca el leer no fue algo que le acompañara durante su vida, aunque le gustaban las novelas y especialmente las radionovelas, se emocionaba con Kaliman y vivenciaba las aventuras narradas por los actores de radio quienes con sus voces animaban a travesar espacios y donde una mujer por momentos registraba la voz de un chico llamado Solín, esta historieta de origen mexicano fue una de las más escuchadas y fue creada por Rafael Cutberto Navarro y Modesto Vázquez González en 1963 y llega a Colombia en 1965 por el Circuito Radial Todelar. Todo esto para blanca es desconocido, datos que no perturban la emoción y la mirada de sus ojos al contarme como en medio de sus avatares, de vivir en un cuarto con sus 4 hermanas, y no poseer sino unas cuantas cosas, le permitían motivar la emoción como ella misma lo define, muy sabiamente, hoy como todos los de mi generación y la que sigue la de mi hijo no tenemos más que el recuerdo de lo que fueran las delicias de aquellos días, en lo personal hay un dejo de nostalgia. Pero retomemos, para Blanca la lectura no estaba en una hoja y fue su signo, hoy a los 61 y pese a sus problemas de sordera, leer le cansa, aunque sus ojos estén en un buen estado, a ella lo que le gusta es escuchar, y reír cómplice de la voz, así pues me arriesgue a leerle, a narrarle con pericia, las aventuras y amores de Seda y las tristuras y melancolías del ojo de vidrio del abuelo, novelas cortas las dos, de menos de 220 páginas. Para motivarle el ánimo y la imaginación opte por llevar imágenes y además poner música de fondo en las pausas de lectura y mientras conversábamos a través de mis audífonos y de mi celular, por decir así le pusimos banda sonora a la lectura, y eso fue bello, para ella, su atención no mermo nunca y su sonrisa y por momentos afán se incrementaba al pasar las horas de lectura, yo por mi parte era un ávida lectora de sus gestos, porque me motiva verle abstraída en cada palabra…

Fueron 15 días su estadía en el hospital, su abrazo al despedirse fue cálido, como suelen serlo las brisas de alguien que siente y cree, y hoy hace algunas horas la vi pasar por una ventana de transmilenio que iba hacia el norte, me vio en el paradero, y golpeo la ventana con rapidez, fueron segundos donde sonreímos, donde recordamos la bonito de hilar historias y de sentir que los libros van más allá, que somos lectores con todos los sentidos.



                                                                                                                                       El autobús de Frida Kahlo

El Perro, el Chivo y los Tigres

El Perro, el Chivo y los Tigres
Aquiles Nazoa
Ilustraciones de Esteban Rama
Ediciones Ekaré

Por:  Yomar Rodríguez
Promotora lectura Leer para Sanar

Un pero aventurero pero amarrado por su amo, con ansias de libertad y con una capacidad de convencimiento inigualable, nos lleva de la mano de un chivo miedoso y conforme con su vida a vivir sucesos narrados con un lenguaje muy propio de los llanos venezolanos, donde aparecerán los tigres mariposos para demostrarnos las peripecias que tiene la osadía de buscar la libertad anhelada por un perro ingenioso  y el chivo que a pesar de todo percance afianzaran su amistad.

Este texto de la tradición oral y popular venezolana nos lo recrea el gran poeta  caraqueño  Aquiles Nazoa quien desde su forma peculiar de narrar y con la gracia que provoca la picardía de los personajes nos meterá en el cuento, como se dice por ahí, un cuento de sonrisas y emociones, donde los lectores del hospital han podido manejar con humor los tiempos de espera, y reír a carcajadas. Recuerdo mi primera experiencia con este texto hace ya algunos años atrás cuando leía en voz alta esta vez en una plaza de mercado y los escuchas eran niños, todos nos hicimos amigos del perro y lo dibujamos, algunos pusimos nombre al perro y al chivo y creímos fielmente en la consigna que la imaginación y el relato nos entregaban. Hoy pasado ya el tiempo lo leo con los abuelos que nos acompañan en las áreas de hospitalización en el Hospital Méderi, la reacción si me preguntan, es la misma, complicidad, risa, y la perspicacia que se eleva al imaginar que más peripecias vivirán este par de amigos que simbolizan los valores de la amistad y la rebeldía. La lectura de este tipo de textos sencillos atrae mucho la curiosidad y escucha, las historias entramadas en lo cotidiano nos revelan que tanto podemos hacer y vivir en estos días donde los días pasan como de agache, donde lo conforme pesa en los zapatos y evitamos soñar, porque dicen cuesta. Donde nos identificamos quizás, pues en lo que a mí respecta como el Perro mi personaje favorito del texto, le apuesto a vivir lo que se tenga que vivir con humor, con imaginación y con el don de la palabra, y como el mismo poeta Nazoa le apunto a los cuentos de esos que llaman para niños, me aventuro a jugar con los tonos de voz y acariciar el lomo del chivo miedoso y traerlo hasta aquí donde todos le digamos que es posible ver más allá de la cuerda. Y como lo dijera el mismo poeta en su poema credo: “creo en la amistad como el invento más bello del hombre /creo en los poderes creadores del pueblo /creo en la poesía y en fin /creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama”.


https://www.youtube.com/watch?v=86-nHLYY874