Este programa, ejecutado en convenio entre Méderi y Fundalectura, abarca la adquisición, organización, conservación y suministro de materiales y servicios bibliotecarios que pueden, conforme a las necesidades de cada paciente, contribuir a la atención integral para su recuperación, dar seguridad y alivio a su pérdida de autonomía, contribuir al mejoramiento de su rendimiento cognitivo y funcional, evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.

La función principal de “Leer para sanar” radica en la posibilidad de facilitar libros de distintas temáticas a pacientes y visitantes para que su estadía en nuestros hospitales sea más confortable, amena y provechosa.

Inicialmente “Leer para sanar” va dirigido a los pacientes que se encuentran en los pisos de hospitalización de los hospitales Méderi. En cada sede se ha estructurado un espacio para el almacenamiento del material y se capacitó a tres promotores (dos para el Hospital Universitario Mayor y uno para el Hospital Universitario de Barrios Unidos) quienes se desplazarán por los pisos ofreciendo a pacientes y familiares la posibilidad de un acompañamiento a través de un libro.

27 enero 2012

De China a Colombia



Hay personas que siempre piden el mismo libro, ese era el caso, de don "Miguel" un señor de aproximadamente 65 años, quien siempre preguntaba por un "libro de las costumbres de China" pero no lo tenia en mi carro portalibros.

Por lo que le recomendaba otros, a los que la primera vez me dijo no, pero luego, cuando volví, le ofrecí Lugares Fantásticos de Colombia, un viaje desde la Guajira hasta el Amazonas, guiados por Irene Vasco, el acepto hacer esto viaje, le deje el libro y al volver a la siguiente visita, le entregue de nuevo el libro, y mas tarde me lo encontré en uno de los salarios, y se sentó a mi lado, me comento que no entendía eso de que en la Guajira se mueren dos veces, leí el fragmento con el, y le explique, después me dijo , "que es un espectro?  yo creí que era un muerto" hablamos sobre eso un rato mas y leímos otras partes del libro, después de un rato, me dijo "ahorita viene mi nieta, quiero mostrarle el libro, me lo presta otro rato?"  y despidiendonos terminamos una charla, en la que viajamos por la Guajira.


20 enero 2012

Llego Antonio Nariño


Margoire Pacheco Sarmiento

Piso 8



Esa mañana iba por el piso 8, y cuando pasaba por el cuarto donde se encontraba don  "Jose" iba a seguir mi recorrido, pues se encontraba con visita de los doctores, cuando don "Jose", levantando la mano, e interrumpiendo a los doctores me llamo, y dijo "mi libro!! quede a la mitad de la vida de Antonio Nariño" le entregue e libro con mucha alegría, pues no es muy común encontrar a alguien de mas de 70 años con tanto gusto por la lectura.  


Al volver por el libro la acompañante me dijo, que se demoraba mucho pero leía, tanto así que no le puso cuidado a la visita, estaba tan entretenido, leyendo que parecía olvidar el lugar y la situación en la que estaba, eso es uno de los beneficios de leer, nos permiten transportarnos a donde queramos, sin importar donde estemos. Ese día don "Jose" se transporto a la época de Nariño desde la cama de un hospital.


06 enero 2012

Un cuento de hadas en el hospital


Hospital Universitario Mayor

Promotor de lectura: Andrés Monroy   




“Mira tu dicha”, dice la mamá de una de las niñas que van a consulta de pediatría cuando ve el carro portalibros que recorre el tercer piso del Hospital Universitario Mayor de Méderi. La pequeña de siete años abre los ojos y su cara brilla tanto como una supernova en el firmamento. No puedo dejar de mirar a esa pequeña estrella que quiere tomar cada libro y leerlo con su mamá, por lo que le regalo “Tengo miedo” de Ivar Da Coll, uno de los títulos de la colección “Libro al viento” que circula libremente por toda Bogotá. 

La pequeña estrella toma el libro y lo abraza, como si fuera el mayor tesoro de todo el universo, por lo que su mamá me da un agradecimiento sincero y me dice: “A mi hija le fascina leer”.

Sigo mi camino por la rampa que me lleva al lugar donde descansan los libros y se preparan para una nueva jornada con los lectores de “Leer para sanar”, cuando noto a una niña de unos ocho años que me ha seguido. Al verla, la saludo y me dice con una sonrisa pícara: “Tan bonitos los libros…”. Al notar que también quiere participar de la fiesta de la lectura, le entrego otra copia de “Tengo miedo” y recibo un agradecimiento nuevo y profundo.

Camino a mi casa me siento protagonista de mi propio cuento de hadas, con una historia diferente al tradicional “Flautista de Hamelin”, en el que cambian todos los elementos y el final ya no es trágico, sino esperanzador: los niños sí quieren leer.