De vuelta al mundo de la infancia
“A
propósito de la lectura, Tomas aprende a leer Jo Ellen Bogartde”
Por: Yomar RodriguezPromotora de lectura Programa Leer para Sanar
De
vuelta al mundo de la infancia, donde nos sobrecogen los paisajes, los gestos y esos bailes imaginarios de fotografías que
como secuencias nos completan la otra parte del cuerpo y de ahí a la razón.
Hace
algunos semanas tuve la fortuna de conocer a alguien que me pregunto por mi
niñez ¿Fue feliz? Esa pregunta me lleno
de un extremo sobrecogimiento, mi respuesta fue un sencillo y sentido. Si, muy
feliz. Un poco asombrada por la pregunta del paciente del 719 me sonroje, no
era fácil conservar la conversación, sobre todo cuando no quieres hablar mucho
de ti misma y amalgamas sólidamente las palabras; sin embargo me inquietó saber
si él también lo había sido. Si su pregunta desencadenaría una larga plática o
si tan solo respondería con un sencillo y contundente “Si”, como el mío, deje a
un lado la pregunta y me acerque a Don Gilberto con los libros, le ofrecí
muchas lecturas, a lo que él respondió con muchas miradas y demasiados
silencios; pensé que quizás no sabría leer, pero un movimiento rápido hacia un
libro de Mitos y Leyendas, y una breve ojeada, cambio mi respuesta.
– Él dijo, me quedo con este.
Fue
el primer libro del paciente, el primero que me condujo a llevarle día tras día,
durante dos meses un libro, poco a poco comprendí sus lecturas, cuando le
llevaba libros lo primero era la imagen, luego las letras y por ultimo… bueno
eso ya les contaré.
Ocurrieron
muchos libros durante estos dos meses, su pregunta frente a la niñez siempre me miraba del cielo de los
juguetes a la cara, cuando me dirigía al piso 7 para acompañarle con lecturas,
siempre su soledad se poblaba de sonrisas, solidario y buen compañero de habitación,
me recomendaba a sus vecinos de cama. – Ellos también quieren leer.
Don Gilberto, mejoraba para mí, siempre,
también para los otros promotores que lo visitaban, eso me alegraba, yo siempre
le arrancaba minutos al reloj, para saludarle, también para saber de sus ya
muchas lecturas. Una mañana lo encontré
sentado dibujando sobre una mesa apoyando cuidadosamente su brazo,
mientras el otro alargaba colores sobre una servilleta.
–Me
pilló, dijo, cubriendo un poco su boceto.
–
Sonreí, le traía un libro nuevo, con imágenes grandes, dije.
Lo recogió, su gesto me demostraba que le
atinaba al libro, que durante estos meses comprendía de cierta forma sus
rutinas, creo que para él también era agradable que así fuera.
–Yo dibujo, yo no leo, pero
soy empírico en esto, nunca estudie. Me
explicó.
Me
enseño el dibujo, con timidez, mi sorpresa no fue grande, sospechaba de su
sensibilidad, pero su estilo era nítido y honesto.
–Me
gusta, le dije, es claro que usted no es un novato don Gilberto que tiene mucho
talento.
–Rió, tengo varios, son para
mi esposa.
Luego
una visita de los médicos, nos apartó de la charla, me fui dejándole el libro,
que sería el último que lo acompañaría, Ese día le dieron salida, tras dos
largos meses, el paciente de la 719 B, saldría a la ruidosa urbe y llegaría a
casa, donde su esposa, a la que no tuve la fortuna de conocer compilaría quizás
uno más de sus dibujos.
A
la mañana siguiente, la vida en sus juegos curiosos, hizo que nos encontráramos
por última vez, me obsequió en agradecimiento uno de sus dibujos en el hospital, lo firmó y me dijo que el
último libro que le había llevado, había
sido el mejor, que él era como el protagonista, solo que el sí sabía leer, ¿entonces en que se parecen? Le pregunte.
–Pues yo quiero que mi esposa aprenda a leer,
pero sobre todo que me lea mientras pinto.
Esa
fue una buena respuesta, no tuve la necesidad de preguntarle más, nos
despedimos. Atesoro su dibujo ahora. Me agradan los colores, la bonita respuesta, me llevó
a la infancia, entendí
un poco su tranquilidad, su niñez adulta, ese creer que resbala de las nubes del alma y
cae en la mitad del pecho para refrescar, sobre todo cuando el dolor nos rima
en la cabeza, y llega el arte con todas sus fuertes ternuras.
Ilustración realizada por paciente y escucha del libro
Jo Ellen Bogart, Tomás aprende a leer,
Laura Fernández y Rick Jacobson, ilus. México, SEP-Juventud, 2002.
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