Este programa, ejecutado en convenio entre Méderi y Fundalectura, abarca la adquisición, organización, conservación y suministro de materiales y servicios bibliotecarios que pueden, conforme a las necesidades de cada paciente, contribuir a la atención integral para su recuperación, dar seguridad y alivio a su pérdida de autonomía, contribuir al mejoramiento de su rendimiento cognitivo y funcional, evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.

La función principal de “Leer para sanar” radica en la posibilidad de facilitar libros de distintas temáticas a pacientes y visitantes para que su estadía en nuestros hospitales sea más confortable, amena y provechosa.

Inicialmente “Leer para sanar” va dirigido a los pacientes que se encuentran en los pisos de hospitalización de los hospitales Méderi. En cada sede se ha estructurado un espacio para el almacenamiento del material y se capacitó a tres promotores (dos para el Hospital Universitario Mayor y uno para el Hospital Universitario de Barrios Unidos) quienes se desplazarán por los pisos ofreciendo a pacientes y familiares la posibilidad de un acompañamiento a través de un libro.

04 abril 2016

Las Pequeñas Cosas

Las pequeñas cosas


Por: Yomar  Rodriguez

Promotora de lectura Programa Leer para Sanar




“soy lo suficientemente frágil como para que una palabra me lastime, y también soy lo bastante fuerte como para que una palabra me resucite”
Bartolomeu Campos de Queiròs



El mes de febrero termina con un día más de lo acostumbrado, se habla de los años bisiestos que traen cambios, que acarrean acontecimientos importantes, tanto buenos como malos y dan inicio o cierre a distintas facetas tanto humanas como espaciales.
Creo que terminó un mes lleno de situaciones nuevas, aprendizajes y distintos saberes que me permiten entender mejor quien soy y cuál es ese norte donde se derivan mis sueños.
En el Hospital Méderi la vivencia diaria es igualmente emotiva y de apariencia rutinaria; labores cotidianas ejercidas por cada uno de los profesionales médicos, administrativos y operativos;  cada uno hilando uno a uno un pedacito de mejoría para cada paciente.

Considero que cada día ofrece la posibilidad de hacer mejor las cosas, de entendernos y de procurar comprender a otros en sus situaciones difíciles.

 A Leer para Sanar le corresponde hilar páginas, a cada una de las habitaciones que llegamos somos recibidos con expresiones de alegría y respeto, palabras que tienen sonidos amenos, instantes que hacen que el silencio por momentos se fragmente en  visos de risas y palabras mágicas atendidas  con la mirada, y el oído. Alguna vez escuché una canción que hablaba sobre las pequeñas cosas, versos que cavilaban la forma sencilla de lo importante, de lo esencial. Tarareo en mi mente al compás de las imágenes diarias como un video musical donde se resguardan las rostros del tiempo, donde  acomodamos en lo profundo un poco  de la sensatez por vivir con la humildad de lo pequeño y maravilloso. Hoy, mientras recorría el piso seis, una mujer frente a la ventana me regaló un trozo de un cuadro de esos paisajes ajenos y contiguos al hospital. Lo describiré con sus palabras: “ un gato, como una sombra estaba ahí, tras esa reja, se ocultaba y observaba algo, yo me di cuenta que quería comerse un pajarito que picoteaba el pasto, el gato se lanzó, pero el pajarito se le voló y se quedó en la punta de aquel árbol” Yo observé con cuidado y vi volar un pajarillo  ignoro si era el mismo, sonreí junto a ella, que luego me habló sobre cómo cada día se levantaba de su cama y salía para observar las pequeñas cosas que ocurren fuera del hospital, mientras me señalaba con su mano las palomas, comprendía cuanta emoción le causaba el acto de contemplar y descubrir esos cuadros, lienzos propios de un alma que se conmueve con lo sencillo y descubre mensajes de apoyo y esperanza. Hablamos un rato y sonreímos agradecidas por estar ahí tranquilas, luego leímos juntas las imágenes, esta vez de uno de los libros del carrito-biblioteca como lo bautizó. Fue un momento corto, donde yacimos cómplices de un perro llamado Oscar y de una gata de medianoche que terminaban compartiendo el amor de su ama y por su ama el cuento terminaba feliz… Debo decir que su lectura de las cosas, se detenía en los rasgos de cada trazo y sus comentarios dulces me hicieron sentirla como una niña inmersa en otro cuerpo, de entrañable delicadeza y alegría, sus ojos que miraban más dentro de la tinta me regalaron lo más importante del día. Hoy quiero recordarla, línea a línea para maravillarme de cada momento que vivo en el hospital, cada persona que está ahí le da a la vida su vida entera, sus cicatrices son costura de la valentía y las ganas de sanar, ese  precioso sentir de las simples cosas donde uno ama la vida hace que todos los días se tornen con la fortaleza de quien respeta el aire..

Leonilde la soñadora me sigue regalando su apacible mirada que por ratos se pierde entre lágrimas de extrañamiento por regresar a casa junto con su esposo y sus hijos “llevo 63 años con él, y aun quiero seguir de su mano hasta un poco más y cuidarlo” Con una sonrisa quiero escribir Gracias y pedir tan siquiera que su deseo se haga realidad, mujeres como ella me inspiran a pensar que el 29 de febrero si esta para soñar no por ser año bisiesto, sino porque cada día es único y vale la pena leer, no solo palabras sino también momentos, mujeres así inspiran a escribir y a tener una fe de pájaro que vuela alto por volver a vivir y nacer.




                                                                tomada de Casa de libros








Oscar y la gata de medianoche


(John Brown, Rose and the Midnight Cat, 1977)

Ron Brooks
Texto de Jenny Wagner. Salamanca: Lóguez, 1997; 36 pp.; trad. de Ángel J. Martín



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