Este programa, ejecutado en convenio entre Méderi y Fundalectura, abarca la adquisición, organización, conservación y suministro de materiales y servicios bibliotecarios que pueden, conforme a las necesidades de cada paciente, contribuir a la atención integral para su recuperación, dar seguridad y alivio a su pérdida de autonomía, contribuir al mejoramiento de su rendimiento cognitivo y funcional, evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.

La función principal de “Leer para sanar” radica en la posibilidad de facilitar libros de distintas temáticas a pacientes y visitantes para que su estadía en nuestros hospitales sea más confortable, amena y provechosa.

Inicialmente “Leer para sanar” va dirigido a los pacientes que se encuentran en los pisos de hospitalización de los hospitales Méderi. En cada sede se ha estructurado un espacio para el almacenamiento del material y se capacitó a tres promotores (dos para el Hospital Universitario Mayor y uno para el Hospital Universitario de Barrios Unidos) quienes se desplazarán por los pisos ofreciendo a pacientes y familiares la posibilidad de un acompañamiento a través de un libro.

11 septiembre 2016

La voz que invita

La voz que invita


Por:  Yomar Rodríguez
Promotora lectura Leer para Sanar



“La literatura nos permite comprender las razones del otro”
Ana María Machado



Siempre vamos consolidando distintas partes del libro a medida del avance y del impacto que tiene el programa Leer Para Sanar, así como los temas que se leen van teniendo un mayor grado de aceptación y gusto, lecturas de fábulas, leyendas populares, poesía y adivinanzas siempre permiten la interacción con el lector. El libro se abre y de la mano de los ojos ya empieza la complicidad, el movimiento y el gesto de la imaginación que va articulando las sensaciones, los recuerdos y la emotividad de cada uno de nosotros.

No escapamos de la dimensión del juego que nos proponen las palabras y nos permitimos esa alianza de sonreír solitarios en lugares inesperados, como la silla de un bus, la habitación hospitalaria, o un banco en la plaza de un parque; porque el libro está ahí, conversándonos.  También existe otra posibilidad, la de escuchar, e hilar de manera cautelosa cada palabra hasta armar línea a línea una página, como un collar de letras que va dando forma a la más hermosa prenda para invocar un ser, una esencia, un paisaje. La lectura en voz alta permite comprender nuestra voz al llevarla a otro, no es solo contar la historia en un lenguaje acorde  al lugar, no solo es subir la voz y leer, es pensar el recorrido de la idea mientras se lleva de la mano el oído de nuestro lector o lectores, es saber dar la puntada en la tensión y el órgano más hermoso y sublime de todo ser humano: la imaginación, ese órgano musical, avecita translucida, ese retazo de enorme aire que nos hala hacia otros reinos, nos hace dueños o prisioneros, protagonistas y cómplices del corazón y el cerebro, del rey o la princesa, la mujer que se sienta en el baile y nadie saca, o el Gregorio Samsa que  puede tener el rostro de un insecto o de un hombre gris  de ese quijote que abandera el ideal del no olvido.

Leer en voz alta es una invitación sin duda a encontrar el argumento con la ayuda del que responde el misterio, algo nos atrapa allí y nos hace quedarnos, no es sencillo leer en voz alta, recuerdo que mis primeras veces fueron demasiado entusiastas, mi motivación era mi hijo, y claro  allí me desprendía del mundo, me regocijaba siendo un tierno gatito hasta ser el monstruo de las leyendas… Ver el rostro de mi hijo, me hizo ver lo maravilloso de ello del sonido y la palabra, la vida misma que se aprende otra manera, donde hay un fuego encendido que se comparte a través de la voz. Luego vinieron lecturas en bibliotecas, que susto tan grande estar ahí, leí con voz entrecortada a veces, producto de la emoción, el susto por no fallar, por mantener la tensión esa fibra vibrante que no quería que el oyente soltara, la lectura en voz alta  con bebes, que enmarco una etapa sutil, ver sonrisas de vida  alimentada en sueños, madres que se llevaron la idea de compartir el lenguaje de historias como otra forma de amar. Somos de los lugares donde dejamos palabras, voy pensando.

Al hacer el balance percibo que han sido mucho los lectores ávidos, las personas que dan trama al asunto de pensar y sentir. Alguien dijo,  que la lectura en voz alta es la prueba de fuego de la auténtica lectura. Podemos leer en silencio, para nosotros sin comprender lo que leemos, y creo que podemos entender varios mundos, varias posibilidades, no encerrarnos en la pecera, porque leer en voz alta acerca mucho , en el caso del hospital es una voz que invita, a salir del espacio, a continuar pasito a pasito por el camino de la esperanza, aunque suene un poco esquivo ese camino, es quizás el más acertado cuando hay dolor, cuando  llega ese silencio que es avasallador y miramos para el techo queriendo romperlo y que alguien tire una soga para llevarnos a casa.

Somos seres sensibles, como lectores, como oyentes, somos pacientes en una sociedad que no puede dejarnos sin mover y alimentar ese órgano musical,  golondrina transparente o el colibrí inquieto que quizás debe llegar,  que tiene la forma de cada uno de nosotros, de nuestra niñez, o de esa adultez que nos cambió la voz para hacer que cada palabra tenga el peso del aire.



La imagen  A Work Of Art
"Alice in Wonderland" (1879) George Dunlop Leslie 


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