Renacer la infancia
Por: Erika Aguilar, Promotora de lectura Leer para sanar
“¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos
de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su
juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar!” (Charles Dickens)
Existe un hospital único, lleno de distintas
emociones, de imágenes bellas y fuertes, curioso. El hospital de las
curiosidades tiene nombre, se llama “Méderi”. A diario llegan muchas personas
en busca de atención médica por diversas dolencias; tragedias propias, heridas
torpes o por naturaleza cansada. Les contaré sobre el encuentro con una de esas
vidas que nos visitan sin falta día y noche, sin respetar horarios ni fechas
festivas.
Aunque vale la pena contar muchas de las
historias dentro del hospital, muchas vividas a través de Leer para Sanar, está me
sorprendió de manera tan grata que siento la inmensa necesidad de recordarla a
través de estas palabras. Resulta que como si la época no fuera más familiar y
el año no estuviera terminando e invitando a la fiesta, llega un paciente de
esos a los que uno no le sube el ánimo, sino que te lo elevan a ti por su ser y
condición. La historia empieza de una manera medio informal con un comentario
de una de las bonitas enfermeras que trabajan allí –tengo un papá Noel en la 316, viene de lejos, su padre llegó aquí a
causa de la segunda guerra mundial, se enamoró y no se volvió a ir-, dijo
ella (parafraseándola), interesante pensé tendré que verlo. Finalizando la
jornada laboral empecé la recolección de libros prestados como de costumbre,
pero uno de ellos no aparecía, ni el paciente, se había ido, pensé que había
perdido el libro, por azahares de la vida aquel personaje del que me habían
hablado lo tenía así que la suerte me lo puso en frente, entonces quedo pendiente
un préstamo al día siguiente, promesa que cumplí en cuanto lo vi , pregunté su nombre por
cuestiones formales y me confesó lo que a gritos se notaba “Yo soy Santa”, me
reí y le pedí pruebas, enseño sus fotos ¡era cierto!
Entonces se despertó en mí aún más la curiosidad,
¡Santa, Papá Noel, era paciente en el
hospital!, en el que yo trabajo y mi niña interna saltaba de felicidad al
encontrar un personaje tan parecido al que te presentan en las películas
americanas (que veía en mi infancia y aún de vez en cuando) y además sabía que
se dedicaba a eso de ser el abuelo que sienta a los niños en sus piernas en
navidad para escuchar sus peticiones, desde las meramente materiales hasta las
más sensibles nacidas de los corazones más sencillos, me sentí complacida y
pensé en la idea de escucharlo en algún momento para saber su historia, pero
Santa (Jan Hayduk) no estaba de paseo.
¿Santa se
enferma? ¿Y en noviembre? El asunto de los regalos ha de estar complejo y más
con tanta lucha, en este país, en el mundo, quizá el peso del carbón le causó un
daño, pensé. La noticia corrió por algunos espacios del hospital, reconozco
algo de culpa en ello (enseñe las fotos) y se sorprendieron igual que yo,
brillaron sus ojos, hable de lo increíble que era tener a Papá Noel en el
hospital en plena víspera y lo gracioso que resultaba esa idea, me animaron a
buscarlo para escribir algo sobre él y contar el bonito reencuentro con la
niñez pero ya le habían dado de alta, estaba a punto de irse del hospital, así
que decidí abordarlo y pedirle que me permitiera escribir sobre el día en que
Santa se enfermó y el mes en que había sucedido, vísperas navideñas y recién
terminado el día de las brujas (tema que no puede descartarse cuando se trata
de disfraces tan terroríficos como los de la marcha en la séptima) él aceptó
con mucho amor y también accedió a tomarse fotos con nosotras, las enfermeras y
yo la promotora de lectura. Bello día,
lleno de abrazos, de recuerdos y de agradecimiento, porque hay que reconocer
algo en toda esta historia y es la disposición de este personaje, no en muy
buenas condiciones de salud dispuesto a hacer sonreír a quienes se supone eran
quienes debieran sanar su cuerpo y quizá alma, él nos sano ese día, nos curó de
un día complejo, nos unió.
Logró desconectarnos por un momento y luego,
después de su partida las valientes enfermeras volvieron a su labor de cuidar
de los enfermos esperando que para está navidad los regalos que lleguen por
montones llenen sus corazones de alegría. Y por supuesto que mi labor siga
sacando una que otra sonrisa del alma de los pacientes.
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